Acto Patrio 19 de Junio de 2020
Artigas fue aclamado, vitoreado y odiado, conoció la gloria, y murió en el olvido y de allí, rescatado… interpretado y resignificado, fue elevado a un pedestal, convertido en bronce y mitificado.
La palabra héroe nos remite a un término de origen griego, y era utilizado para designar a aquellos seres mitológicos, más que humanos, hijos de los dioses del Olímpo y a lo largo de nuestra historia, algunos pretendieron elevar a este mortal, nacido en Montevideo un 19 de junio de 1764 al estatus de superhombre y nuestros padres, nuestros abuelos, escucharon frases como: El padre nuestro Artigas… señor de nuestra tierra… Artigas, verbo de la gloria… Artigas, para la patria… un dios….
Bajemos a la tierra a este ser humano, saquémoslo del pedestal hagamos un esfuerzo por imaginarlo en su tiempo y circunstancia; recorriendo como niño y como joven, estas praderas ubicadas al oriente del Río Uruguay, estableciendo relación con los pueblos originarios de esta tierra, con los pobladores del campo, atravesando ríos, guiándose por piedras, orientándose con las estrellas…
Estamos hablando tan solo de un poblador de esta Banda, de un súbdito de la Corona española, de un criollo que trabaja en las estancias de su padre, acompañado por sus perros, comiendo asados, tomando mates.
Al pasar los treinta años, Artigas se convierte en soldado, en Blandengue… como tal, cuida la frontera de intrusos portugueses, de ladrones de cueros y ganado.
Cuando Napoleón con sus ejércitos se apodera de los reinos de Europa, los británicos miran hacia el sur; e invaden estos campos…estas ciudades del Plata. Artigas organiza entonces a 300 hombres, y con este hecho, comienza a mostrar capacidad para el mando, voluntad de ser líder.
Pocos años después, cuando el Emperador de los franceses convierta a la patria…España, en uno más de sus reinos y estas provincias y territorios del sur de la América dejen de escuchar la voz que ordenaba desde Madrid y comiencen a sentir su propia voz, este soldado… ahora convertido en Capitán, cruzará el Plata hacia la capital, Buenos Aires, y volverá a esta Banda Oriental como un insurrecto, para luchar contra las autoridades enviadas desde más allá del océano.
De aquí en más, los documentos nos hablan de batallas, de triunfos, fracasos y traiciones nos hablan de gentes de pequeños pueblos que eligen sus representantes, nos hablan de vecinos que eligen un “Jefe”, ese jefe es Artigas.
Una Revolución es según el diccionario, un cambio rápido y profundo de cualquier cosa. Un cambio que implica que las antiguas estructuras se conmuevan, o queden desplazadas hacia otras estructuras nuevas.
En el lapso de unos veinte años, estos 40 mil, quizá 60 mil orientales de los que estamos hablando, serán testigos unos, o vivirán en carne propia, otros una verdadera Revolución…una Revolución que se llevará en algunos casos, la vida de sus familiares, en otros, la de sus vacas y caballos, y en algunos, de sus monedas y sus casas.
No había un lugar correcto para estar en esta revolución, no había buenos ni malos. Había ideas, opiniones y gente dispuesta a morir por estas ideas u opiniones.
Se suele admirar de Artigas una serie de ideas, que avanzadas para su tiempo, quedaron grabadas para la posteridad: “Mi autoridad emana de vosotros, y ella cesa por vuestra presencia soberana”, “No venderé el rico patrimonio de los orientales, al vil precio de la necesidad”, o “Nada debemos esperar, sino de nosotros mismos”.
Estas frases, no solo constituyen meras palabras, sino que son una síntesis del ideario de este hombre, ideario que ha quedado grabado en la historia de nuestras instituciones y que hoy, recordamos, a los 170 años de su muerte, y 200 de su entrada al Paraguay.